domingo, 27 de diciembre de 2009

Cuando empecé a leer el libro de Tzvetan Todorov, Elogio del individuo. No podía imaginar que estudiar los retratos del siglo XV en Flandes, entonces vinculado al importante Ducado de Borgoña, iba a ser tan apasionante.
En Flandes se puede decir que surgió la recuperación del retrato, un género olvidado durante la Edad Media Y este fenómeno habría que relacionarlo con la búsqueda de todo aquello que llevara al artista a la representación de la naturaleza perceptible a través de los sentidos y también con la preocupación por el hombre, lo que conocemos como la corriente del humanismo.
No puede haber ninguna duda de que Jan Van Eyck es el pintor más importante de Flandes en el siglo XV, y el que tratará el género del retrato de una manera insuperable, posiblemente por esa sensibilidad que muestra en el tratamiento de la luz.


El cuadro del "Hombre del turbante rojo", de 1433 que está en la National Gallery de Londres, para muchos historiadores del Arte puede que se trate de un autorretrato de Jan.
Lo importante de esta obra es que marcó un estilo de retrato ya que a partir de aquí los retratistas flamencos realizarán sus retratos colocando a los personajes de tres cuartos y estableciendo lo que podríamos considerar como un diálogo con el espectador.
El hombre nos mira directamente a los ojos, y esa será, con el tiempo, una de las características del autorretrato. Esa mirada se queda fija en el espectador, ese rostro permanece en la retina del que lo observa por un largo tiempo.
Pero lo que realmente resulta fascinante es cuando uno llega a la National Gallery de Londres y encuentra este cuadrito. Es poco mayor que una mano, y sin embargo está lleno de detalles que le dan un individualismo insuperable.

Pienso que quizá nunca llegaremos a tener la certeza de quién es el verdadero hombre del retrato que cuelga de la National Gallery, pero de lo que sí estoy segura es que despertará el misterio a todos aquellos que lo vean, y ese misterio perdurará.
Muchos artistas han puesto su mirada en la obra de Jan van Eyck y han intentado reflejar con certeza el tratamiento del turbante rojo como un elemento imprescindible para dar elegancia a los retratados…


Y si Picasso mirara este retrato…me gustaría saber su opinión

viernes, 18 de diciembre de 2009

La joven de la perla



Hoy hemos celebrado un maratón de cine en el colegio con 4º de ESO y 1º de bachillerato y la película que correspondía a 4º era "La joven de la perla".
La película esta inspirada en la novela de Tracy Chevalier, una escritora que crea una espléndida novela que mezcla la novela ficticia con la realidad, sobre las relaciones que supuestamente pudo mantener el pintor holandés Johannes Vermeer con una joven criada que entra a servir a su casa.



La joven se convierte en la musa del artista y la platónica relación que se establece entre ellos sirvió para estimular la creatividad de Vermeer. Un mundo de silencios y miradas cómplices, donde las palabras sobran y la unión de sus almas puede sentirse en cada encuentro.
El cuadro de Vermeer posiblemente no sea un retrato, sino uno de los estudios de la cabeza de una mujer conocidos en tiempos de Vermeer como “tronies” (Se trata de retratos, normalmente de pequeño tamaño en los que el protagonista muestra una expresión facial).
La frescura y el encanto de esta obra no abandona la precisión con que está hecha.
La luz parece calentar desde dentro a la materia pictórica y parece hacerla vivir condensándose en detalles como la perla que brilla en su oreja.
Este puede ser el milagro de la pintura de Vermeer, su revelación de la vida secreta que se esconde en las cosas pequeñas y que puede darse a conocer en el observador de su obra si tiene ojos y corazón.
Vermeer siempre trabajó lentamente y con cuidado, usando colores brillantes, así como algunos pigmentos muy caros: como el azul intenso (lapislázuli) que destaca en algunas de sus obras.
Vermeer también empleaba colores terrosos y ocres que debían ser entendidos como luz cálida en una pintura fuertemente iluminada.
Este método fue inspirado muy probablemente por la comprensión que Vermeer tenía de las observaciones de Leonardo, donde manifestaba que la superficie de todo objeto compartía el color del objeto adyacente.
Esto significa que ningún objeto es visto propiamente en su color natural puro.
Se ha afirmado que Vermeer empleó una cámara oscura en sus cuadros para lograr el posicionamiento preciso de sus composiciones.

Norbert Schneider escribió:
"Sabemos hoy que Vermeer empleó una cámara oscura en la mayoría de sus cuadros y, de hecho, de forma que no oculta las condiciones de ese medio, sino que las hace visibles, como se puede reconocer en la falta nitidez de los bordes y los puntos de luz, el famoso "pointillé". Sus cuadros alcanzan de esta forma una calidad «abstracta», ya que no reproducen la realidad tal como es, sino tal como se ve, [...] Se puede decir que la «cámara oscura [se convierte] en una fuente del estilo»

lunes, 7 de diciembre de 2009

El CAMINO DE SANTIAGO



El lenguaje común del románico se consiguió gracias a la contribución de las grandes peregrinaciones.
En la Edad Media la devoción de los cristianos tenía una meta: llegar a las tumbas de dos apóstoles, Santiago en España y Pedro en Roma.Y la conexión con el centro de Europa se encontraba en la vía francígena.
El flujo de personas creó un intercambio de experiencias, lenguas, culturas y pensamientos.




Todo colaboró a que el arte occidental se distanciara claramente de la cultura bizantina con un renovado sentido de la acción y la claridad.
Por otro lado, los artistas, para hacer más eficaz el mensaje, adoptaron un fascinante sistema de signos, que aplicaban a esquemas y episodios que tendían a repetirse.
Pero, los peregrinos formaban parte de toda esta red artística que culminaba en el lugar al que se dirigian.

En Santiago, las esculturas del pórtico de la gloria mostraban el brío y alegría que el peregrino contemplaba deseoso de alcanzar.Era el saludo más deseado por aquellos que finalmente llegaban a la meta perseguida durante semanas: EL CAMPUS STELLAE, milagrosamente indicado a Santiago por el brillo de una estrella.


El "Camino" hacia la tumba del apóstol Santiago en Galicia se iniciaba desde cuatro centros franceses diferentes, en los que los peregrinos, procedentes de varias naciones se reunía para hacer comitivas y hacer el recorrido en compañía, lo que les daba además cierta seguridad.
Tras superar los Pirineos los cuatro senderos se unían en un solo camino.



Los peregrinos vestían de una forma semejante, como símbolo de identidad, aunque el auténtico símbolo de identidad era la concha de Santiago o vieira que aparecía reproducida en algunas fachadas y capiteles como cartel indicador,




como si se tratara de un aliento reconfortante para el caminante-peregrino.

martes, 1 de diciembre de 2009

EL DIVISIONISMO EN ITALIA. Color “dividido” para la Italia “ unida”



Ahora que en 4º de ESO estamos estudiando la Revolución Industrial, podemos relacionar de manera descriptiva y gráfica este cuadro con la situación de los hombres y mujeres que pasaron por este importante acontecimiento de la historia.


Entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX hubo una corriente muy interesante en la pintura italiana: el divisionismo.
El divisionismo italiano sin ninguna duda se desarrolló a partir del puntillismo francés con una técnica muy parecida : una trama de pequeños toques de color (en el italiano se trataba de breves trazos no de puntos como el francés) separados unos de otros, capaces de sugerir formas ,figuras, colores…
Fue muy significativa la adopción del divisionismo para representar grandes escenas de tema social, de denuncia del malestar de una nación recién unificada que estaba sufriendo una dolorosa transformación en algunos sectores de la sociedad.
Los campesinos estaban soportando una nueva forma en una estructura arcaica y esto les hacía sentirse sustituidos por un mundo industrializado que les costaba asimilar, sobre todo en el norte de Italia.


El cuadro que mejor puede manifestar este sentimiento al que me refiero es el de Giuseppe Pellizza de Volpedo titulado "El cuarto estado" (1898-1901) en el que vemos claramente y de modo monumental el avance de una clase de trabajadores del campo hacia los nuevos barrios de las periferias industriales de las nuevas ciudades.

El cuadro marca un ritmo ordenado y las figuras centrales y avanzadas de los dos hombres que encabezan el grupo , con el pie derecho adelantado, fijan la atención del espectador.

En el diálogo del cuadro aparece la indiferencia hacia la bella figura de la mujer con el hermoso niño en brazos mostrando una nota de ternura compartida con la figura infantil de la derecha que es atendida por un hombre.
Son muchas las manifestaciones de descontento de los obreros y aunque resulte demasiado sutil, se puede oír el paso de unos pies cansados pero que no tienen ninguna intención de parar la marcha.
El color pardo con toques grises da uniformidad a la masa de obreros, sólo rota por la luz que parece salir del suelo y el toque cálido del chaleco del obrero que encabeza la marcha.

En ningún momento vemos desafío, ni provocación, ni siquiera valentía…